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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sobre Tomek, su casa en las afueras de Varsovia y mi segunda clase de didgeridoo

Hola :)

Ayer tuve mi segunda clase de didgeridoo en casa de Tomek, mi profesor.

Tomek es musico, toca el cuerno frances en diferentes orquestras, alguna en Varsovia y otras en otras ciudades. Despues toca el didgeridoo en su propio grupo de folk. Tomek es un tio fornido, alto y ancho de espaldas, con el pelo largo y liso, asi tiene un look que podriamos acordar como de heavy metal. Me cae bien, somos bastante diferentes pero nos unen varias cosas, entre ellas nuestra pasion por el didgeridoo, su sonido y por vivir en casas grandes al lado del bosque.

Su casa esta a cuatro o cinco paradas de una de las dos estaciones de tren del centro de Varsovia. Es grande, tiene tres habitaciones, cocina, bano, salon y un jardin estupendo, y lo mas estupendo de todo es que paga de alquiler lo que pago yo por mis veinte metros de estudio, eso si, en el casco viejo de Varsovia, lugar encantador. Eso me sorprendio y me lanzo a sonarme viviendo en una casa asi en un futuro proximo... em encantaria (aunque mas compartirla con alguien, por ejemplo: mi novia, que aun no tengo, pero que ya llegara :)

Tomek tiene mas de 10 didgeridoos que ha ido comprando por ahi, la mayoria en Holanda, donde paso tiempo viviendo y aprendiendo a tocar el instrumento.

La clase fue bien, al principio tarde como media hora para producir el sonido correcto, soplar juntando los labios en una manera especial para conseguir el tono correcto en que se toca. Pero bueno, tras anos de meditacion, he aprendido a aceptar las dificultades y a seguir el camino con paciencia, asi que bien :)

Tras encontrar el sonido, me estuvo ensenando como hacer variaciones de este sonido, pero eso ya son otros cantares, veremos si en la proxima leccion consigo articular alguna :)

Hasta pronto!

viernes, 25 de septiembre de 2009

Didgeridoo :)


Hola,

el martes empece a aprender a tocar un instrumento originario de Australia, de los aborigenes. Se llama didgeridoo y uno tiene que juntar los labios y sacar el aire de una manera especial, y el instrumento produce un sonido grave, largo, una vibracion que dicen es terapeutica.

En la foto vemos a Ferran con su didgeridoo, en la pasada seshin de agosto.


Abrazos :)

lunes, 21 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (fin)

Pepa Luisa vio cómo cada uno de los viajeros descendía por las escaleras y andaba por el nivel correspondiente. Todos estuvieron a gusto, sin resistencias y entregados a dejarse llevar para recordar su misión más importante. Ella se les presentó a cada uno por separado como la guía y maestra en aquella ceremonia. Finalmente, cuando todos terminaron, se despidió uno por uno de los recién iniciados y regaló un objeto a cada viajero para que rememorase siempre que quisiera aquel descenso a sus profundidades. Todos llegaron a la nave sin haberse dicho ninguna palabra, se sentían un poco desnudos y extrańos después de toda aquella experiencia, presintiendo que algo nuevo había nacido en ellos.

A la mańana siguiente se despertaron y al mirar por las ventanas y ver aquella oscuridad supieron que el tiempo en la luna había terminado y el regreso a casa no se demoraría más. Nadie comentó nada de su viaje en la cueva, ya en la Tierra tendrían tiempo de hablarlo con calma, cada cosa en su sitio y explicaciones razonables para todo (o casi todo). Ahora se dejaban llevar por la alegría de encender los motores, abrocharse los cinturones, y pedir que todo fuera bien y que en unas horas el cohete aterrara de nuevo en la casa de Pepo. Chispón no ladró ni tuvieron que inyectarle ningún calmante. El viaje de regreso fue aún más plácido que el de ida y todos durmieron hasta que la nave les anuncio que en cinco minutos llegarían al destino solicitado. Parecía que despertaran de un largo sueńo; hasta el padre de Pepo se preguntó si no estaban yendo a la luna en lugar de volver a casa, extrańa situación, se dijo, pero no quiso darle mayor importancia. La nave aterrizó en el patio y todos a su manera suspiraron.

Cuando se abrió la compuerta la luz del atardecer les cegó en un primer momento, pasando luego a reconocer poco a poco las siluetas de dos mujeres que los esperaban emocionadas y con la cámara de fotos encendida. Los cuatro salieron irreconocibles en la foto. Era como si se hubieran quedado en la Luna, como si otros en lugar de ellos hubieran regresado a la Tierra, como botellas vacías que tienen otra oportunidad para volver a llenarse.

domingo, 20 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (VI)

En aquella tarde les llegó el segundo telegrama de la madre de Pepo y la abuela de Chispito. Todos se alegraron de tener noticias de la Tierra. En primer lugar, les decían que tenían mucha envidia de ellos y que querían ver muchas fotos a su regreso. En segundo lugar, les preguntaban cómo era todo aquello, si era un sitio tan especial como se creía desde la Tierra. Y por último, las dos mujeres pedían un recuerdo de la luna, algo para enseñar a las amigas y ser el centro de admiración. Claro que sí, pensó orgulloso el padre de Pepo, además él cogería muestras del terreno para analizarlas en el laboratorio de casa.

En el transcurso de aquella noche, Chispito soñó que Pepa Luisa lo venía a buscar a su nave y salían los dos juntos a pasear. Iban cogidos de la mano y Chispito era feliz así sin más. Ella lo llevaba por rincones desconocidos pero él sólo tenía ojos para ella. Terminaban el paseo en la entrada de su cueva y Pepa Luisa lo invitaba a pasar pero él sentía miedo y vacilaba si entrar o no. Ella le decía que se tomara su tiempo, que lo esperaba; poco a poco su figura se iba perdiendo en la oscuridad. Chispito daba sus primeros pasos hacia algo que se le hacía muy grande y misterioso. Aquí se despertó.

Estaban todos casi listos para aventurarse en la cueva. El padre de Chispito se estaba ajustando el cinturón del traje y pensaba en que tuvieran suficiente oxígeno y baterías para los focos de luz. Chispón estaba nervioso, no paraba de moverse por la nave y Pepo se lo miraba con curiosidad y preguntándose qué le pasaría al gracioso perro. Chispito sentía que algo en el estómago se le estaba removiendo. No se explicaba cómo había llegado a aquella situación, no le apetecía nada bajar a la cueva pero tampoco quedarse en la nave. Quería estar de nuevo en casa, cuando soñaba que iba a la luna para conocer a Pepa Luisa. ¡Qué diablos había cambiado tanto!

Llegaron a la cueva sin demasiadas dificultades; era extraño pero ya no soplaba el viento y el color negro de la noche estaba especialmente claro. La ninfa los había citado para las doce de la madrugada, a esa hora les pidió que entraran en la cueva. Esa vez ni Chispito ni su perro sintieron ninguna barrera que les echara para atrás, sino que por lo contrario fue como si el lugar les diera la bienvenida. Pepo reconoció enseguida el pasillo que conducía hacia las escaleras de caracol y vio por primera vez unos dibujos gravados en la pared de la cueva. Sus linternas iluminaban con curiosidad para saber dónde habían entrado y qué había allí. Pepo se fijó en un dibujo que le llamaba la atención: en el centro había como una hoguera y a la izquierda lo que parecía una chica bailaba una danza que le resultó bien misteriosa, dibujos muy antiguos y simples; todo ello le era bien familiar.

sábado, 19 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (V)

Cuando Pepo volvió hacia la superficie, su padre, Chispito y Chispón lo estaban esperando preocupados. Habían transcurrido varias horas desde que entró en la cueva. Chispito le preguntó si había visto a la ninfa, su padre si estaba bien y Chispón se puso a ladrar de entusiasmo. Él les respondió que en la nave se lo contaría todo, pero primero necesitaba descansar.

Durante aquel día entero sus compañeros de viaje lo estuvieron mirando mientras dormía. Su cara irradiaba felicidad y todo su cuerpo descansaba profundamente. Ellos estaban allí con él, atraídos por algo que apenas intuían. Cuando Pepo despertó, ya de noche en el horario de la Tierra, todo fueron abrazos y alegrías, también alivio por salir de una especie de incomodidad que los había acompañado durante gran parte del día. Qué narices había ocurrido allí, pensaba su padre.

La comida fue copiosa para Pepo, era como si necesitara recuperarse de un gran esfuerzo físico, comió muchas latas de comida envasada, latas de legumbres, de verduras, frutas, casi nada de pescado y apenas algo de carne, dijo que le daba un poco de rechazo. Todos se quedaron un poco sorprendidos pues antes a Pepo le encantaban las chuletas. Pero no quisieron darle importancia a ese cambio y trataron de reprimirse un poco más las preguntas que tenían. Al final, Pepo terminó y sonrió con satisfacción. Miró a sus compañeros y con la mirada les dijo que ya estaba listo.

Chispito le preguntó si la había visto. Pepo le dijo que no, que sólo la había sentido pero no visto. “¿Cómo?” El padre de Pepo puso cara de preocupación y le preguntó qué había ocurrido. Pepo, lamentándolo, dijo que no se acordaba de casi nada. “¿Qué? ¿Cómo es posible?” Él les explicó que guardaba agradables sensaciones de su descenso, del encuentro con…, por su voz parecía una mujer anciana, luego sensaciones agradables, suaves, llenas de calidez y de un abandono sano. Después entrar como en un sueño, empezar a sudar mucho y revivir sentimientos de un pasado bastante lejano.
Añadió que la ninfa le había pedido que los quería conocer a todos y que los invitaba a bajar. Eso fue demasiado, ¿qué quería decir eso de que la ninfa los quería conocer? Sus caras mostraron perplejidad. A Chispito no le había gustado nada no poder entrar en la cueva y menos aún que su ninfa tuviera voz de anciana. El padre de Pepo no entendía qué le había ocurrido a su hijo y por qué no recordaba con precisión. Chispón se movía nervioso por la nave, ladrando y resoplando.

Chispito le dijo que tal vez se había encontrado con su madre o abuela pero no con Pepa Luisa. ¿Cómo estaba seguro de ello? Pepo no había caído en eso y estuvo unos segundos pensando. Sin duda que no lo podía asegurar, aunque sentía que era la misma ninfa la que lo había recibido. De todas formas prefirió alimentar la esperanza de su amigo y así animarle a bajar. Al padre de Pepo no le importaba adentrarse en aquella oscuridad pero sí le preocupaba tanta desorientación.

viernes, 18 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (IV)

El primero en sobrepasar la última cuesta fue Chispón. Había corrido sin advertir que la luz y el canto que buscaban sus amigos había ido cesando lenta pero progresivamente a medida que se acercaban. Solo Pepo estaba notando que apenas escuchaba el canto y que la luz se había ido apagando. Tal vez la ninfa había sentido su presencia y se retiraba cautelosa, tal vez quería descansar un rato para recuperar fuerzas y seguir curando más tarde. Chispito maldijo a su perro por haber llegado el primero, por estar seguramente viendo lo que sólo él había imaginado ver. Chispón, subido a la cuesta, giraba la cabeza dubitativo, mirando primero a Chispito y luego lo que había visto. El padre de Pepo, curioso por saber si habían visto a Pepa Luisa, le preguntó a su hijo por radio qué estaba ocurriendo.

Cuando Pepa Luisa vio a los chicos y al perro venir hacia ella, empezó a correr hacia las cuevas asustada por el deseo y la curiosidad tan grande que desprendían aquellas pisadas. Antes de marcharse, miró a cada uno de los chicos y vio más allá de sus trajes y de su cuerpo. Ellos vieron cómo Pepa Luisa se alejaba y entraba por una de las cuevas. Chispito se lanzó en su persecución. Pepo prefirió respetar la voluntad de la ninfa, así que fue andando despacio. Allí lo esperaban sus amigos. Chispito y Chispón querían entrar pero en aquella oscuridad no se sentían valientes, había algo que los echaba para atrás y que ellos no querían atravesar. Pepo les dijo que tal vez no fuera buena idea entrar, mejor esperar a que ella volviera a salir. Pero Chispito se moría por encontrarla, no habían llegado hasta allí para quedarse ahora afuera. Le explicó a su amigo que él no se atrevía y le pidió por favor si podía ir a buscarla. Pepo no sentía miedo y no le importó adentrarse pues él también deseaba conocerla.

Al entrar no sintió nada de frío comparado con afuera. La entrada lo llevó por un estrecho pasadizo y luego unas escaleras torcían a la derecha. Cuando las empezó a bajar se dio cuenta de que eran de caracol. A medida que descendía las manos se le fueron calentando y una luz roja las fue envolviendo. Siguió bajando, olvidándose de todo el mundo, se sentía muy a gusto y no sabía porqué. Cuando llegó al final de las escaleras, escuchó una melodía que lo atrajo hacia lo que le pareció una cama hecha de mármol, donde se tendió para descansar un poco. Le entraron ganas de dormir y no pudo resistirse a cerrar los ojos.

Cuando despertó, no llevaba el traje espacial y podía respirar sin problemas. Al contrario de alarmarse, lo encontró natural. Ni siquiera se le ocurrió pensar cómo era posible que no necesitara oxígeno. Una luz roja contorneaba sus manos. Sentía que la ninfa estaba allí, aunque probablemente no quisiera mostrarse. Sin saber muy bien qué hacer ni adónde ir, anduvo por aquel lugar, aunque no veía nada reconocible.


-Bienvenido a la Luna. Por favor, siéntate aquí mismo y espérame. No tardaré mucho- Esas fueron las palabras que Pepo escuchó. Al cabo de poco: -¿Has venido para recordar, verdad? -Pepo se sorprendió por la pregunta- Con las manos lo podemos recordar todo. -¿Dónde estás? Preguntó él. -Estoy aquí, contigo-. Pepo notaba una presencia, la sentía por todo su cuerpo, aunque no veía a Pepa Luisa por ningún lado.


-Respira hondo, respira y relájate.

jueves, 17 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (III)

En poco tiempo el cohete subió a los diez mil metros. Todos vivieron el despegue con asombro, sus caras expresaban la maravilla de estar yendo hacia otro mundo. La nave estaba programada para llegar sola hasta la superficie lunar, así que el padre de Pepo se pudo relajar un poco, aunque los nervios seguían por dentro. Antes de despegar, Chispito le inyectó un calmante a Chispón para que durmiera durante el viaje. Los cuatro tripulantes iban sentados en los asientos, el espacio era mínimo aunque no se sintieron demasiado encerrados. En algunas horas la nave aterrizó en un terreno abrupto y no muy cómodo para cohetes. Todos se miraron con cara de ilusión cuando el cohete finalmente apagó los motores. Chispito, sin quitarse el cinturón, empezó a buscar si veía a Pepa Luisa por las ventanillas pero no vio ni rastro de ella. Afuera estaba oscuro aunque la superficie brillaba de forma tenue. El padre de Pepo se desabrochó el cinturón con una mueca de triunfo y miró a su hijo, que le devolvió una mirada de asentimiento. Habían llegado a la luna, padre e hijo trabajando duro cada día habían logrado construir aquella nave y por fin estaban en aquel satélite tan especial. Chispón empezó a despertar de un sueño que no le había gustado nada. Dio el primer ladrido y todos lo celebraron con risas.

Desabrochados los cinturones, estaban impacientes por ponerse los trajes y salir a la superficie. El lugar era inhóspito y no apetecía salir, especialmente con un viento helado que había empezado a soplar. De repente vieron una luz resplandecer a lo lejos y Pepo y Chispito se miraron con asombro. El padre de Pepo, informado por su hijo en la Tierra, sabía quién era Pepa Luisa, así que se puso rápidamente a preparar los depósitos de oxígeno. En pocos minutos, la luz se volvió más intensa y rojiza y los chicos empezaron a percibir un canto que procedía de detrás de las llanuras.

Después de esperar impacientes a que el viento aflojara, los cuatro empezaron a andar por la superficie experimentando con algunos problemas la ausencia de gravedad. Llevaban una potente linterna sobre sus cabezas que les iluminaba en un radio de cinco metros. Chispón se olía aventuras por lo que su cuerpo se había vuelto tenso y firme, preparado para correr, ladrar y morder. Presentaba un aspecto bastante gracioso metido dentro del traje y con el cristal que le cubría la cabeza. Chispito y Pepo pronto se las arreglaron para dirigirse donde querían pero su padre tuvo dificultades. El primero en subir la cuesta que daba al otro lado de la primera llanura fue Chispón, que había aprendido rápidamente el difícil arte de correr en el espacio. Chispito iba bien pero envidiaba a su perro. Pepo seguía concentrado en el canto, sus manos estaban calientes y su corazón latía fuertemente. Su padre prefirió quedarse cerca de la nave, no conseguía controlar sus movimientos y juzgó necesario permanecer allí para vigilar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (II parte)

Los preparativos empezaron a sucederse con rapidez. Pepo habló con su padre y a éste le encantó la idea de viajar a la luna con un cohete de fabricación casera. Pepo siempre pensó que su padre les acompañaría, y a su padre le pareció normal la idea de ir con los niños, aunque a su mujer la idea del viaje no le hizo mucha gracia. Pero Pepo se imaginó que a Chispito también le parecería bien. Qué lejos de la realidad… Chispito se puso furioso y habló de que estaban invadiendo su intimidad y que ni hablar. Él no quería compañía, quería ir solo, o con el perro y un amigo como mucho. Qué carácter, pensó su amigo…

Pepo sabía que solos a la luna no les iban a dejar ir, así que esperó a que pasaran unos días y Chispito se calmara un poco. Al cabo de unas noches, el cohete ya casi estaba listo, fue a ver a su amigo y lo encontró fascinado mirando por el telescopio. Chispito le dijo que se acercara a mirar: qué maravilla de luz y belleza. Pepo no vio ni tanta luz ni tanta belleza, sino otra cosa que le encantó: la ninfa estaba tendida de rodillas al suelo, entregando algo al espacio, con las manos rodeadas por una luz roja y con una cara cansada, pero dulce y feliz.
Pepo se apartó del telescopio, con ganas de hacer lo mismo que estaba haciendo Pepa Luisa, así que se dejó caer de rodillas y se concentró en sentir otra vez las cosquillas que había sentido en la boca del estómago, tocándose el pecho con las manos. Chispito seguía viendo la maravilla de luces y belleza, y la ninfa continuaba entregándose para curar cada día a otra estrella.

Durante aquella noche habían ocurrido novedades importantes: Pepo, con las manos rodeadas de una luz roja, había tocado a Chispito por la espalda y éste había gritado asustado. Poco a poco, Pepo lo había ido calmando y convenciendo para que aceptase hacer el viaje también con su padre. Chispito se había ido quedando muy relajado y al final había aceptado unirse a ellos momentos antes de entrar en un sueño profundo y hermoso. Chispón, que rondaba por ahí cerca, había lanzado un largo ladrido de júbilo.

Llegó al fin la tarde en la que planearon subir a bordo para iniciar la aventura. El patio de la casa de Pepo fue el lugar que se eligió para la memorable despedida. Chispón estaba ladrando sin parar, entusiasmado y casi eufórico movía la cola y no podía quedarse quieto. Pepo y su padre estaban contentos de hacer el viaje juntos, padre e hijo pasaban por un buen momento en el que querían compartir experiencias. Chispito deseaba llegar a la luna y lanzarse hacia la ninfa para abrazarla y quedarse allí con ella. Se había decidido que la abuela de Chispito, su única familia, se instalaría con la madre de Pepo, así las dos se acompañarían y cuidarían.

El viaje estaba planeado por solo unos días, traían víveres para máximo una semana. Los niños se iban a perder algunas clases y el padre de Pepo había pedido unas vacaciones cortas para asuntos personales, pero todos estaban encantados y sabían que valía la pena aparcar por unos días las obligaciones. La madre de Pepo fue corriendo a buscar algo que dijo haber olvidado: eran los trajes para el espacio. ¡Menudo despiste! Todos fueron a comprobar que llevaban consigo lo indispensable. La abuela de Chispito le entregó a su nieto una bolsa con la comida de Chispón, que moviendo la cola ladró contento. Lo tenían todo listo, sólo faltaba despedirse y despegar. Volverían en poco tiempo así que nada de lágrimas y abrazos largos, solo dos besos rápidos y una cálida mirada de aventura. El despegue produjo mucho humo y las dos mujeres los despidieron emocionadas y tosiendo.

martes, 15 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (I parte)

DE LA TIERRA A LA LUNA

Érase una vez una ninfa llamada Pepa Luisa a la que le gustaba pasar largas temporadas en la Luna porque así podía curar a las estrellas que poco a poco iban perdiendo su luz.

En la Tierra había un chiquillo llamado Chispito, algo distraído y olvidadizo, que secretamente la miraba por las noches con su telescopio. Le gustaba mirar a aquella ninfa y no sabía muy bien porqué. Pepa Luisa se sentía viva ayudando a las estrellas porque iluminaban así el firmamento y daban paz e ilusión a los terrícolas que de noche se tumbaban para mirarlas. A la ninfa le encantaba mandar su luz hacia donde estaba la estrella.

Cuando Pepa Luisa enviaba su luz, se volvía preciosa para Chispito, que se pegaba al telescopio y miraba fascinado aquella belleza luminosa que brillaba como un sol. Entonces era cuando a Chispito se le pasaba por la cabeza viajar a la Luna para conocerla. El perro de Chispito, Chispón, movía la cola y saltaba de alegría pues se olía aventuras, viajes, tal vez conocer a otras perritas… en definitiva, acción.

Tras meses de mirar a la ninfa, Chispito se decidió o a olvidarse de sus planes o a hacer el viaje, pero no podía ser tanta indecisión; su cabeza se volvía loca entre tanto ir y venir, y Chispón rabiaba por hacer el viaje, gruñía cuando veía que su amo y amigo no tomaba la iniciativa y se lanzaba a la aventura. Sin embargo, todo se precipitó al fin cuando una noche de mayo la ninfa mandó un rayo de luz hacia su casa y éste entró por el telescopio hasta recorrer todo el cuerpo de Chispito, o al menos así se explicó él lo que había ocurrido.

Al día siguiente reunió a su grupo de compañeros y les dijo decidido que quería ir a la Luna. Ellos se rieron de él y lo dejaron por loco. Sólo Pepo se lo miró de verdad y le preguntó ilusionado si podría ir con él. Claro que sí, le respondió Chispito, pero cómo ir hasta allí, añadió. Pepo le contestó que su padre, que era ingeniero aerospacial, podría construir un cohete en el patio de su casa. Estaba muy seguro de sí mismo, y aunque Chispito dudó un segundo de sus palabras decidió finalmente confiar en él. Deseaba ver de cerca a Pepa Luisa y estar con ella sin que nadie más lo supiera.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Mis primeros cuentos :)

Hola,

probablemente a partir de esta semana empezare a colgar aqui, de forma fragmentada, un cuento que tengo escrito y terminado. Lo empece a escribir a finales de mayo del 2007. En la recamara, y aun por terminarlo, tengo otro que empece a escribirlo en el 2006. Tambien lo colgare, una vez lo termine, pronto, espero.

Quiero colgar estos cuentos tambien para soltar algunos miedos que he ido arrastrando hasta el momento (el miedo a no gustar a todo el mundo, el miedo a escribir algo que no sea perfecto, el miedo a decepcionarme y a decepcionar a mis padres y amigos... como veis mucha exigencia, perfeccionismo y, perdon, "mucha mierda" que me alegro de ir soltando, aceptandome como soy y alejandome de toda idea de perfeccionismo :)

El primer cuento se llama "De la Tierra a la Luna" y el segundo "Boomerangs"

Abrazos :)

martes, 8 de septiembre de 2009

meditando :)





Hola,

cuelgo unas fotos de la ultima seshin que hicimos en el pasado mes de agosto, muy cerca de Sort. Este ano cambiamos el lugar, nos fuimos a una casa grande al lado de un riachuelo por el que bajaba una agua fresca fresca, deliciosa. Pasamos siete dias ahi, meditando, trabajando en el huerto, arreglando un gallinero, ayudando al hombre de la casa (sabia cantar muchas canciones antiguas y tocar varios instrumentos). Pasamos momentos muy buenos, tambien algunos dificiles en la meditacion, y sobre todo recuerdo la excursion que hice con Ferran y Carlos, subimos por el rio (a ratos escalandolo a ratos andando) y nos banamos en pelotas... increible. En el cuarto dia hicimos una fiesta por la noche, antes del intensivo de meditacion, cantamos y bailamos con musica en directo :)

Pude recargar bien las pilas :)

Hasta prnto!

lunes, 7 de septiembre de 2009

Recordando Barcelona y sus alrededores (II)




Hola,

os cuelgo unas fotos de cuando fui con mis padres a Arbucias, en las pasadas vacaciones. Aprovechamos para ir a Ribes, donde comimos de lo lindo y despues nos paseamos por el pueblo. A la manana siguiente, quedamos con Jaume y MOntse (los padres de mi amigo Erik), Erik y su novia (que esta embarazada). Hacia tiempo que no los veia y fue emocionante ver la ilusion de los futuros padres y de los futuros abuelos :)

Abrazos!