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sábado, 19 de septiembre de 2009

De la Tierra a la Luna (V)

Cuando Pepo volvió hacia la superficie, su padre, Chispito y Chispón lo estaban esperando preocupados. Habían transcurrido varias horas desde que entró en la cueva. Chispito le preguntó si había visto a la ninfa, su padre si estaba bien y Chispón se puso a ladrar de entusiasmo. Él les respondió que en la nave se lo contaría todo, pero primero necesitaba descansar.

Durante aquel día entero sus compañeros de viaje lo estuvieron mirando mientras dormía. Su cara irradiaba felicidad y todo su cuerpo descansaba profundamente. Ellos estaban allí con él, atraídos por algo que apenas intuían. Cuando Pepo despertó, ya de noche en el horario de la Tierra, todo fueron abrazos y alegrías, también alivio por salir de una especie de incomodidad que los había acompañado durante gran parte del día. Qué narices había ocurrido allí, pensaba su padre.

La comida fue copiosa para Pepo, era como si necesitara recuperarse de un gran esfuerzo físico, comió muchas latas de comida envasada, latas de legumbres, de verduras, frutas, casi nada de pescado y apenas algo de carne, dijo que le daba un poco de rechazo. Todos se quedaron un poco sorprendidos pues antes a Pepo le encantaban las chuletas. Pero no quisieron darle importancia a ese cambio y trataron de reprimirse un poco más las preguntas que tenían. Al final, Pepo terminó y sonrió con satisfacción. Miró a sus compañeros y con la mirada les dijo que ya estaba listo.

Chispito le preguntó si la había visto. Pepo le dijo que no, que sólo la había sentido pero no visto. “¿Cómo?” El padre de Pepo puso cara de preocupación y le preguntó qué había ocurrido. Pepo, lamentándolo, dijo que no se acordaba de casi nada. “¿Qué? ¿Cómo es posible?” Él les explicó que guardaba agradables sensaciones de su descenso, del encuentro con…, por su voz parecía una mujer anciana, luego sensaciones agradables, suaves, llenas de calidez y de un abandono sano. Después entrar como en un sueño, empezar a sudar mucho y revivir sentimientos de un pasado bastante lejano.
Añadió que la ninfa le había pedido que los quería conocer a todos y que los invitaba a bajar. Eso fue demasiado, ¿qué quería decir eso de que la ninfa los quería conocer? Sus caras mostraron perplejidad. A Chispito no le había gustado nada no poder entrar en la cueva y menos aún que su ninfa tuviera voz de anciana. El padre de Pepo no entendía qué le había ocurrido a su hijo y por qué no recordaba con precisión. Chispón se movía nervioso por la nave, ladrando y resoplando.

Chispito le dijo que tal vez se había encontrado con su madre o abuela pero no con Pepa Luisa. ¿Cómo estaba seguro de ello? Pepo no había caído en eso y estuvo unos segundos pensando. Sin duda que no lo podía asegurar, aunque sentía que era la misma ninfa la que lo había recibido. De todas formas prefirió alimentar la esperanza de su amigo y así animarle a bajar. Al padre de Pepo no le importaba adentrarse en aquella oscuridad pero sí le preocupaba tanta desorientación.

2 comentarios:

aningunsitioperodesorientado dijo...

Yo estoy con el padre de Pepo, no por la preocupación sino por la desorientación.

El cuento está tomando derroteros que no me esperaba.

What's next? Emoción, intriga, dolor de barriga. XD

Marc dijo...

Siii, eso es lo que me gusta hacer, hacerlo imprevisible :)

ahora voy a colgar otra parte!

Hasta pronto, companero!