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domingo, 24 de febrero de 2008

Varsovia, las fiestas y los chupitos de vodka

Hola;

Telmo es un tío cojonudo, es gallego y vive aquí en Varsovia con una chica polaca. Vive en casa de su suegro y me dice que está encantado. Lo conocí en el taller de formación de profesores y ayer, después de que nos asignaran los grupos, fuimos a dar una vuelta por la ciudad. Ha vivido en diferentes sitios de Varsovia y se conoce muy bien la ciudad. Lleva más de dos años aquí y ha trabajado en el sector de la empresa pero se cansó y decidió dejar el trabajo. El azar hizo que un día se encontrara con Santi, el jefe de estudios (los dos se conocían de antes) y decidió probar y enseñar español en Sin Fronteras. Muchos de mis compañeros no estudiaron filología ni se plantearon enseñar español, la vida les llevó a Varsovia por amor y se fueron reciclando con tiempo, ganas y la práctica del día a día en el aula.

Pues, como os decía, Telmo me llevó por la parte del centro de Varsovia. Es acojonante, al menos para mí que todo lo veo con ojos nuevos, fuimos por una calle que se llama (traducida al español) "Nuevo mundo". Fuimos hasta el Palacio de cultura, un edificio muy alto, parece una iglesia, un castillo, no sé... una pasada, y lo interesante es que fue un regalo de Stalin a Polonia y a la gente de aquí pues no les hace gracia por eso, pero es tal vez el edificio más bonito y espectacular de la ciudad. Fuimos también hasta la estación central de trenes. Al volver cogimos un tranvía, muy moderno, no todos son así, hay otros de los antiguos, que tienen más encanto.

Después de la reunión con José, nuestro dire, fuimos a tomar unas cervezas abajo, donde hay cafeterías, tiendas, una bolera, un restaurante... os lo imagináis... es una pasada. Aquí empezamos a beber, las cervezas son jarras de medio litro, que para empezar no está nada mal. Estuvimos hasta las ocho, y luego fuimos a un bar de tapas españolas a seguir bebiendo, festejando y comer un poco (por favor), que de tanto alcohol... Aquí yo me metí dos jarras más en el cuerpo y comimos tortilla, una paella... el dire es espléndido. Y lo matador llegó con los chupitos de vodka, que llegaron a las doce de la madrugada, cuando celebramos el cumpleaños de Daniel, un chico de Madrid que cumplía 25 años, muy buen chaval, con gafitas y pelo largo y liso a lo John Lennon. Vosotros me conocéis y sabéis lo poco que bebo y lo poco que me gusta beber. Creo que tendré que ir acostumbrándome a beber más, sobre todo si quiero salir con una chica polaca... en las presentaciones familiares el vodka es la alegría de la fiesta y una prueba de iniciación para el penitente. Aguanté bien el primer chupito, aunque empecé a comer como un loco pan y los restos de paella jaja... el dire me miraba con cara de "¿pero qué te pasa tío?" y yo pues disimulando un poco. Al cabo de unos minutos pidieron otra ronda (nooo... por favor, pensaba yo...) Obviamente me lo bebí como un campeón (joder el gusto mira que es malo, eh...) y fue como si me dispararan una flecha de esas de los indios, zac! Al lado estaba Telmo, que me iba animando diciéndome: "Marc, te veo bien, estás entero, aguantando como un campeón", y la verdad es que me encontraba bastante bien, pero a un paso ya de... bueno ya sabéis... el mareo ése del alcol. Salimos de ahí a la 1:30 y algunos compis siguieron la fiesta en un club. Yo me fui a casa con el dire, feliz por irme a descansar pero con ganas de seguir a mis compis. Bueno, voy a hacer un esfuerzo, seguro que vale la pena (y más aquí en Polonia) ;-)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gregory, el polaco con el que trabajo, me dijo que en Polonia el vodka es diez grados más fuerte que en el resto de Europa occidental. Aquí son 30 grados y allí son 40!!!

Don't kill your liver!

Madame Blavatsky dijo...

por dios, eso es alcohol de quemar... ten cuidado Marc, que tú eres muy sensible pa eso.

Marc dijo...

Síi... pero bueno, soy un hombre como todos ;-)

Me acostumbraré un poquillo, aunq no me gusta beber alcohol.